jueves, 20 de marzo de 2014

Afecto Incondicional

… y abrazando a su mascota reflexionó:

“Cuanto más conozco a la gente, tanto más amo a mi perro”.

  ¿Nunca lo pensaste? ¿Nunca lo sentiste? Tantas veces uno puede reflexionar de ese modo, sobre todo cuando vemos lo complicados que somos los seres humanos, cuan retorcidos son nuestros pensamientos y actitudes, lo interesados que pueden ser nuestros actos, damos sólo al que nos da, devolvemos mal a quien nos hizo mal y si es posible un mal mayor, y tantas, tantas cosas más.

  Entonces aparece la mascota que no pide nada, que nos espera con alegría cuando nos ausentamos (aunque solo sean un par de horas), que nos da afecto incondicionalmente sin buscar nada a cambio. ¡Cuánta fidelidad recibimos de ella!

  Bien. Puedo decirte que además de las mascotas hay alguien mucho más importante que da su amor incondicionalmente, que no pide nada a cambio, que se compadece de nuestros dolores y problemas porque él también los padeció ( y vaya si lo hizo!), es siervo obediente y generoso, está siempre a nuestro lado aunque no lo notemos con los ojos del cuerpo, da paz y sosiego al alma, concede alegría y un sentido trascendente a las dificultades de esta vida pues en él comprobamos que hemos sido creados para algo mucho más grande que lo que hoy vemos.

  Y más aún, a través de él y gracias a él, podemos comprender a ese que nos ofende, perdonar a ese otro que nos lastima, olvidar los juicios injustos, las injurias; o por lo menos si no los olvidamos, darles el lugar que corresponde a ese tipo de juicios (son solo juicios humanos, no divinos). Él es principio y fin, sabe de nosotros mejor que nadie, es el Juez de jueces, fuente inacabable de misericordia.

  Cuando abraces a tu perro fiel, a tu mascota, recordá que él también la ha creado para nuestro bien.


 Mi mayor cariño para Cambá, Yaco, Barby, Capitán, Waira, Tuca, Perri y Tarco.

Victorina.





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