Mi más sentido y profundo agradecimiento al
pueblo cubano, en especial de las localidades de Santa Clara, Holguín, La
Habana, Santa María y Varadero, por su calidez, su afecto, amabilidad,
generosidad y su profunda riqueza interior.
Que Dios los ilumine, les conceda el don de
una vida digna, plena, gozosa y fecunda.
A todos ellos
¡Gracias!
Victorina
Rivera Rúa
José Martí
Es uno de los más destacados entre los poetas latinoamericanos del siglo
XIX, de cuyas poesías incluso se han valido muchos músicos para conquistar la
fama, tal es el caso de Silvio Rodríguez.
Este poeta nació el 28 de
enero de 1853 en La Habana y, pese a haber sufrido innumerables
agravios (condenado a la cárcel y al posterior exilio), no renunció a sus ideas
y utilizó la poesía como un medio para expresarse.
En su poesía puede notarse una fuerte
tendencia al realismo y un claro rechazo a la estética propuesta por los
amantes de la retórica. A través de versos limpios y directos, el poeta
consiguió expresar sus ideas políticas, sus sentimientos amorosos e incluso su
posición respecto a las religiones.
José Martí falleció el el 19
de mayo de 1895 habiendo sido alcanzado por balas enemigas, cumpliendo
como lo expresara en carta a un amigo, con su deber: defender a su patria.
Es importante señalar que toda su obra
ha sido una fuente de inspiración para poetas posteriores y que es recordado al
día de hoy como una de las figuras indelebles de la poesía latinoamericana de
finales de 1800. Entre sus poemas más reconocidos pueden nombrarse: "Yo
soy un hombre sincero", "Qué importa que tu puñal" y "Cultivo una
rosa blanca".
La niña de Guatemala
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...
Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...
Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.
Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...
Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.
José Martí
Foto: VMRR
Fuente texto y
poema: