viernes, 21 de agosto de 2015

Los Heraldos Negros, César Vallejo

   César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco16 de marzo de 1892-París15 de abril de 1938) fue un poeta y escritor peruano. Es considerado uno de los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país. Es, en opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal» y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas».

   Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), con poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial.

   En la última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que aparecerían póstumamente. Sacó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno(Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su cuento más famoso, Paco Yunque, que saldría a luz años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos volúmenes es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los “poemas humanos” constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.

   A continuación te comparto este poema, el primero del libro homónimo, que me recomendó una amiga.


LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

César Vallejo, 1918


sábado, 1 de agosto de 2015

Monotonía, Alfonsina Storni

   Nuevamente tengo el gusto de compartir toda la pasión y la fuerza de la escritura de Alfonsina.

  ¡Que lo disfrutes!



MONOTONÍA

¿Cómo decir este deseo del alma?
Un deseo divino me devora;
Pretendo hablar, pero se rompe y llora
Esto que llevo adentro y no se calma.
Pretendo hablar, pero se rompe y llora
Lo que muere al nacer dentro del alma.
¿Cómo decir el mal que me devora,
el mal que me devora y no se calma?
Y así pasan los días por el alma,
Y así en su daño obsesionada, llora:
¿Cómo decir el mal que me devora,
el mal que me devora y no se calma?