jueves, 6 de marzo de 2014

Calle Salta 2141 Rosario 6/08/2013

  Hace solo escasos meses de la tragedia ocurrida en la ciudad de Rosario como consecuencia de un escape de gas donde un edificio se desplomó. En ella perdieron la vida 22 personas y tantas, tantísimas, fueron damnificadas.
  Movilizada hondamente por todos esos acontecimientos escribí, en su momento, estas palabras que hoy comparto con vos.

Explosión, Vida y Muerte
Del polvo venimos
Hacia el polvo vamos.
Nada perdura.
Impermanencia, transitoriedad,
acontecimientos que fluyen
como el agua corre
en un río llamado vida
y que sin embargo angustian
nuestro existir.

¿Para qué preocuparse
si lo que hoy es todo
mañana se habrá de olvidar?

El ser, preso de un presente absoluto,
no logra relativizar
lo que le duele, lo que pesa,
lo que amarga su existencia.

Imperturbable la vida nos llega
imperturbable un día nos deja.
Vida grácil de mariposa
instante efímero en la historia.

¿Qué hacer?
¿Recostarse en la hamaca
cómoda de la indiferencia?

¿Dejar pasar
lo que no vuelve?
¿Un nunca jamás hacia el pasado?

¡Alzar el vuelo!
¡Ampliar la vista!
Vivir el hoy
sabiendo que será ayer,
¡que hay un mañana mejor!

Del polvo venimos
hacia el polvo vamos.
Pasión y paz
para construir un hoy,
eterno presente
que nos con-mueve,
río que fluye
hacia el océano inmutable del amor.

  Los acontecimientos extremos, la catástrofe, nos llevan a pensar en la vida, la muerte.
  ¡Qué rápido la vida se esfuma sin previo aviso! ¿Cuáles habrán sido las preocupaciones de quienes ya no están? En un abrir y cerrar de ojos la muerte arrastró sus vidas, ¿dónde quedaron sus pesares?
  ¡Con cuanta vehemencia vivimos el presente al punto tal de creer que tanto lo bueno como lo malo son permanentes, absolutos! Es la trampa en la que caemos una y otra vez.
  ¿Relativizar? Si se lo piensa como tener una mirada más objetiva, sí. Si se lo toma como tener una existencia indiferente, ¡no!
  ¡Qué gran maravilla! Somos nada, corpúsculos insignificantes en la magnanimidad del universo. Y somos únicos, hemos sido llamados cada uno por su nombre, ¡no hay otro igual!
  Vidas que fluyen, seres que se mueven juntos, se conmueven, con pasión para construir un mundo mejor, para socorrer de entre escombros, para rescatar la vida del polvo, para darle otra posibilidad a la transitoriedad, a que nos lleve hacia la paz y el amor que nunca acaban.

  Vayan estas humildes palabras como homenaje a quienes perdieron su vida entre una maraña de fuego y escombros, para quienes pudieron salvarse, para los familiares,  los rescatistas y todas aquellas personas de bien que demostraron la grandeza del ser humano.

Victorina Rivera Rúa
                                                                                                                                          Agosto 2013






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