martes, 24 de febrero de 2015

Milagro y Misterio (I)

Foto: VMRR


Milagro y Misterio

La vida
es un milagro,
La muerte,
un misterio.

Cada día que
comienza, renacemos.
Se renueva
el milagro de existir.

Mas cuando se
acercan las oscuras sombras
de la noche, nos sumergimos
en la profundidad del misterio.

En sueños
batallamos, gozamos,
morimos, nacemos.
Resucitamos.

Día a día, noche a noche
repetimos el milagro.
Nos internamos un poco más
en la hondura del misterio.

Victorina Rivera Rúa ©

miércoles, 18 de febrero de 2015

Alphonse de Lamartine (II)

   Otro hermoso y extenso poema para compartir de A. de Lamartine:

El valle
Hasta de la esperanza ahora se siente hastiado
mi corazón, no quiere pedir nada al destino;
oh, tú, préstame sólo, valle de mi niñez,
el asilo de un día para esperar la muerte.

Ésta es la senda estrecha de mi valle sombrío:
llenan ambas laderas unos bosques espesos
que cruzando sus sombras curvas sobre mi frente
por entero me cubren de silencio y de paz.

Dos arroyos ocultos bajo puentes verdosos
serpenteando dibujan los contornos del valle;
un instante confunden su murmullo y sus aguas,
y no lejos de aquí ya se pierden sin nombre.

Se han perdido también de mi vida las aguas,
que se fueron sin ruido, sin retorno y sin nombre;
mas la fuente es muy límpida, y mi alma enturbiada
no ha podido espejear luz de días hermosos.

El frescor de sus cauces y su manto de sombra
me encadenan por siempre cerca de estos arroyos:
como un niño mecido por un canto monótono
se adormece mi espíritu al murmullo del agua.

Allí estoy entre muros de verdor, con un corto
horizonte ante mí que ya basta a mis ojos,
sin moverme y tan solo con la naturaleza,
sin oír más que el agua, sólo viendo los cielos.

Demasiado en mi vida he sentido y amado;
aunque vivo, ahora busco del Leteo la calma.
¡Oh lugares tan bellos, dad también el olvido!
Desde ahora el olvido ya es mi única dicha.

Corazón aquietado como el alma en silencio;
oigo apenas el ruido muy lejano del mundo
como un eco remoto que se ahogó en la distancia
y que traen los vientos al oído inseguro.

La existencia la veo como en medio de brumas
deshacerse en la sombra del pasado perdido.
Sólo queda el amor, como queda una imagen
que perdura en el alba cuando un sueño se borra.

Alma mía, reposa en este último asilo
como lo hace un viajero que camina con fe,
que se sienta a las puertas de la nueva ciudad
y respira un instante el perfume del véspero.

Sacudamos como él de los pies todo el polvo;
nunca más volveremos a andar este camino;
respiremos como él al final de la senda
esta calma que anuncia una paz que no acaba.

Tan oscuros y breves como días de otoño
son tus días que menguan como sombras del monte.
La amistad te traiciona, la piedad te abandona,
solitaria desciendes donde están los sepulcros.

Mas aquí está invitándote la natura que te ama;
piérdete en sus entrañas que ella siempre te ofrece:
aunque todo es mudanza, la natura es la misma,
como el sol es el mismo que da luz a tus días.

Ella sigue envolviéndote con sus luces y sombras,
sé insensible a los falsos bienes que ya has perdido,
ven y adora aquí el eco que adoraba Pitágoras,
presta oído con él al celeste concierto.

Con la luz sé tú el cielo, sé la sombra en la tierra;
en los llanos del aire sé aquilón volador;
con los pálidos rayos misteriosos de luna
sé cual alma del bosque en la sombra del valle.

Dios nos dio inteligencia para así concebirlo:
la natura descubre en sí misma a su autor.
Una voz en silencio al espíritu ha hablado:
¿Quién no ha oído esta voz resonar en su pecho?

Alphonse de Lamartine

viernes, 6 de febrero de 2015

Alphonse de Lamartine (I)

Poeta francés nacido en Maçon en 1790, en el seno de una familia de la pequeña nobleza.
Su infancia transcurrió en Milly,  donde recibió una educación orientada por religiosos y empezó a cultivar su interés por la poesía. En 1816, mientras residía en Italia, publicó las primeras composiciones líricas.
Alternó la escritura con el servicio diplomático y la política, actuando como secretario de la embajada francesa en Nápoles y Florencia, y como diputado independiente en 1839. Fue elegido miembro de la Academia francesa en 1829.
De su producción poética se destacan  "Meditaciones poéticas" en 1820,  "Armonías poéticas y religiosas" en 1830, "Jocelyn" en 1836, "La caída de un ángel" en 1838 y "Los recogimientos" en 1839. Como historiador escribió "Historia de los Girondinos" y como narrador "Raphael" en 1848 y "Graziella" en 1852.
Falleció en Paris el 28 de noviembre de 1869. ©

   Aquí te comparto este hermoso poema:


Aislamiento

A menudo en el monte, bajo algún viejo roble,
viendo el sol que se pone tristemente me siento;
dejo que todo el llano mis miradas abarquen,
el cambiante paisaje que se extiende a mis pies.

Aquí el río con olas espumosas murmura,
serpentea y se pierde en oscuros confines;
allí inmóvil el lago es un agua dormida,
con la estrella de Venus adornando su azul.

En la cima, que bosques muy sombríos coronan,
el crepúsculo pone su fulgor postrimero;
y el brumoso carruaje que conduce las sombras
emblanquece, elevándose todo el amplio horizonte.

De la gótica flecha surge entonces un son
religioso que invade todo el aire; el viajero
se detiene y escucha la campana que mezcla
a los últimos ruidos de aquel día su canto.

Pero halagos así no conmueven mi alma,
que parece insensible, incapaz de emoción;
y contemplo la tierra como un vago fantasma:
no calienta a los muertos este sol de los vivos.

De colina en colina pongo en vano mis ojos,
desde el norte hasta el sur, de la aurora al poniente,
y me digo: «No existe ni un lugar en el mundo
donde pueda pensar que me espera la dicha».

¿Qué me importan los valles, los palacios, las chozas?
Sus encantos son vanos, para mí nada cuentan.
Ríos, montes y bosques, soledades amadas,
sólo un ser está ausente y todo es un desierto.

Miraré indiferente los caminos del sol,
qué más da si en su inicio o en su parte final;
si se pone o si nace entre nubes o azul,
¿a mí el sol qué me importa? Nada espero del día.

Si pudiera seguirle en su larga carrera
por doquier yo vería el vacío y el páramo.
Nada quiero de todo lo que el sol ilumina,
nada quiero tener del inmenso universo.

Mas tal vez más allá de su curva celeste,
donde el sol verdadero otros cielos alumbra,
si pudiera dejar mis despojos aquí
lo que tanto he soñado se mostrara a mis ojos.

Allí me embriagaría en la fuente deseada
y volviera a encontrar esperanza y amor,
ese bien ideal al que aspiran las almas
y que no tienen nombre aquí abajo en la tierra.

¡Si pudiera en el carro de la Aurora elevarme
vago fin de mis ansias, en el cielo hasta ti!
¿Por qué aún sigo atado a esta tierra de exilio?
Entre la tierra y yo nada existe en común.

Cuando la hoja del bosque cae sobre los prados,
cuando el viento nocturno la arrebata a los valles,
yo quisiera también ser esa hoja caída:
¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!

Alphonse de Lamartine




domingo, 1 de febrero de 2015

Revestida en ella

   A veces, por diferentes circunstancias, nos toca vivir situaciones difíciles, que nos resultan duras. 
   Algunas veces, estas situaciones se perpetúan de tal modo que sentimos que nuestro ser se doblega, que el peso de la dificultad nos hunde, nos aplasta. 
   Sobrevienen la confusión, el padecimiento, la necesidad de encontrar una salida que, en ocasiones, se demora en aparecer… ¿Por qué así?,¿hasta dónde?,¿hasta cuándo? …


Revestida en ella

Señor,
me has puesto a prueba
y me desgasta.
La cruz me pesa y me cansa.
a mi mente
los males la alcanzan
me atormentan
e impiden la calma.
He perdido la fe
la esperanza.
La impaciencia
devora mi alma.
Por prudencia
he acallado
la voz que desgarra.
¿Por qué así?
¿Hasta dónde?
¿Hasta cuándo?
¿Son tantas mis faltas?
No espero respuesta,
¿desde cuándo la creatura
osa inquirir a quien la creara?

Yo me entrego a la prueba
tanto más cuanto haga falta.
Haz en mí lo que tú mandas.
Mas sólo pido una capa
que sirviera de espada,
revestida en ella
que no me falte amor, fe y esperanza.

Victorina Rivera Rúa


  
  De algún modo me he servido de las tribulaciones de Job[1] (un hombre piadoso y justo) para redactar este poema.
  Pregunto entonces, ¿por qué existe el sufrimiento? ¿por qué razón tanta prueba? ¿es que acaso el obrar recto y conforme la voluntad divina asegura al ser humano la ausencia de problemas, dolores y dificultades? ¿En alguna parte dice que los justos no padecerán prueba alguna? Nada de eso. Sin embargo las pruebas y dificultades serán más llevaderas con fe y esperanza.


[1] Job: libro del Antiguo Testamento que forma parte de los libros sapienciales (o de sabiduría) donde se narran las desventuras y pruebas que padece Job, un hombre justo.