A veces, por diferentes circunstancias, nos
toca vivir situaciones difíciles, que nos resultan duras.
Algunas veces, estas
situaciones se perpetúan de tal modo que sentimos que nuestro ser se doblega,
que el peso de la dificultad nos hunde, nos aplasta.
Sobrevienen la confusión,
el padecimiento, la necesidad de encontrar una salida que, en ocasiones, se demora
en aparecer… ¿Por qué así?,¿hasta dónde?,¿hasta cuándo? …
Revestida en ella
Señor,
me has puesto a prueba
y me desgasta.
La cruz me pesa y me cansa.
a mi mente
los males la alcanzan
me atormentan
e impiden la calma.
He perdido la fe
la esperanza.
La impaciencia
devora mi alma.
Por prudencia
he acallado
la voz que desgarra.
¿Por qué así?
¿Hasta dónde?
¿Hasta cuándo?
¿Son tantas mis faltas?
No espero respuesta,
¿desde cuándo la creatura
osa inquirir a quien la creara?
Yo me entrego a la prueba
tanto más cuanto haga falta.
Haz en mí lo que tú mandas.
Mas sólo pido una capa
que sirviera de espada,
revestida en ella
que no me falte amor, fe y esperanza.
Victorina Rivera Rúa
De algún modo me he servido de las
tribulaciones de Job[1]
(un hombre piadoso y justo) para redactar este poema.
Pregunto entonces, ¿por qué existe el
sufrimiento? ¿por qué razón tanta prueba? ¿es que acaso el obrar recto y
conforme la voluntad divina asegura al ser humano la ausencia de problemas,
dolores y dificultades? ¿En alguna parte dice que los justos no padecerán
prueba alguna? Nada de eso. Sin embargo las pruebas y dificultades serán más
llevaderas con fe y esperanza.
[1] Job: libro
del Antiguo Testamento que forma parte de los libros sapienciales (o de
sabiduría) donde se narran las desventuras y pruebas que padece Job, un hombre
justo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario