Muchas veces me pregunto si hago bien en
hacer público aquello que me moviliza, los temas que surcan mi pensamiento, mis
ideas. ¿Seré una vanidosa? ¿Seré una egocéntrica? Y tantas preguntas más.
Sin embargo hay algo que me mueve a
compartir mi producción, y es que creo que si esto me ha sido dado no es para
ocultarlo, esconderlo (aunque en realidad además de todo lo bueno, también me
ahorraría problemas, disgustos, tiempos, etc.). Si solo le hiciera bien a una
persona algo de lo que escribo, si esto le sirviera para poner palabras a lo
que le está pasando, si se sintiera acompañada o comprendida, entonces he
cumplido mi misión.
Verás que soy una persona de fe. Sucede que a
mucha gente le incomoda o le molesta tocar temas vinculados con Dios, con la
trascendencia, con lo espiritual. Este es otro de los motivos por los cuales en
ocasiones dudo acerca de hacer públicos mis escritos. No porque tenga vergüenza,
sino porque no quiero incomodar a quienes piensan de otro modo, menos aún
lastimar o herir los sentimientos de quienes no comparten mis creencias.
No sé si es producto de la constitución de mi personalidad,
de la formación que he recibido o de la vida que me ha tocado (o lo que sea!),
pero puedo asegurarte que la fe me da esperanzas para vivir, sobre todo en las
dificultades, en las incomprensiones; la fe es el impulso que me levanta cuando
las ganas se han escurrido.
Por
este motivo, y sin ánimos de ofender a nadie, comparto una reflexión y un poema
en este comienzo de Semana Santa.
Domingo de Ramos
Ayer domingo de
ramos celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, preanuncio de su
destino (trágico desde la visión humana).
¿Quién es Jesús?
¿Quién fue Jesús? ¿Existió como persona histórica?
Muchos se lo
preguntan, muchos nos lo preguntamos. ¿Quién fue ese tal “Jesús”?
Evidentemente no
fue una persona más. Su nacimiento, su vida, su muerte, marcaron de tal modo a
la humanidad que la historia se divide AC (antes de Cristo) y DC (después de
Cristo).
Seamos o no
cristianos, es innegable que su mensaje trasciende los tiempos y es de una actualidad
tal que asombra.
¿Por qué habiendo
predicado el amor y la paz recibió el castigo de muerte cual un malhechor? ¿Por
qué padeciendo flagelos y ofensas, aun así se compadeció del ser humano (“Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen”)? ¿Por qué no hizo nada para bajar de
la cruz? ¿Por qué al morir el cielo se oscureció y la tierra se sacudió?
¿No habrá sido
algo más que un simple ser humano? ¿No será algo más que un profeta?
Este domingo de
ramos rememoramos su ingreso a Jerusalén y el recibimiento con palmas y olivos realizado
por el pueblo. Hoy podemos hacernos preguntas, sin embargo muchas de ellas quedarán
sin respuesta. Es que en ocasiones la razón no es suficiente para llegar a la
verdad. Es la fe quien nos da la certeza, trascendiendo los límites de la
razón.
Si tu fe es
diferente a la que profeso, esto no es ningún impedimento para que te desee todo
lo mejor y te comparta mis ideas.
¡Feliz Domingo de Ramos y una
fructífera Semana Santa!
Cruz
Noche de temor, de angustia.
“Padre, si es posible,
aparta de mi este cáliz.
Pero, que se haga tu voluntad”.
Sudor hecho sangre,
desolación,
oscura tristeza de muerte.
Todos te abandonamos,
en el momento más duro,
solo te dejamos.
Golpes, gritos, insultos,
tu carne rota,
tu cuerpo vejado.
¿Acaso era necesario?
¿quién podría estar en tu piel?
Soledad, dolor.
Aún así te compadeciste de nosotros.
Un juicio injusto, una condena errónea.
Burlas y más dolor.
¿También Él habría de abandonarte?
“Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?”
Un grito surca el infinito.
Ha muerto.
Su vida nos ha regalado.
Victorina Rivera Rúa
Foto: VMRR
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