No se si a vos te pasa que ante la llegada de
alguna fiesta o de una estación del año o de algún mes, uno dice “otra vez
Navidad”, “otra vez fin de año”, “otra vez otoño”. Como si todos y cada uno de
ellos fuesen siempre iguales, siempre lo mismo.
El año pasado en el comienzo del otoño me
hallaba mirando un hermoso fresno que está en el frente de mi casa. Observaba
sus hojas amarillo-verdosas, doradas, y como caían sobre la vereda formando un
colchón crujiente, de un ocre maravilloso
a la vista.
Entonces me dije “otra vez otoño”. Luego
pensando en mi papá, quien había estado el otoño anterior pero ya no estaba en
este, corregí mi expresión… era un nuevo otoño, las hojas volvían a caer, era
el mismo mes que años anteriores, el mismo árbol, la misma vereda, el mismo
suelo… volvían a caer, pero caían “de nuevo”. Un nuevo otoño sin mi papá, ya no
era lo mismo.
¡Cuántas estaciones han pasado! ¿Cuántas más
pasaran? Nunca es igual, aunque a veces creamos que sí lo es.
Cada día es un regalo,
un
regalo nuevo
cada
día.
Victorina
Nunca es lo mismo
Hoy vuelven a caer
las hojas sobre el suelo
primicia de un otoño
que luego se hará invierno
despojos de un pasado
de ramas reverdecidas
anhelo de nuevas primaveras.
Hoy vuelve a caer
el sol tras el día
oculta su luz por horas
regala una noche
oscura de penumbras
mágica en ausencia
de luces diurnas.
Una y otra vez
noches y días
otoños, inviernos,
primaveras, estíos.
Siempre igual
la misma tierra
el mismo sol
el mismo suelo
las mismas hojas
las estaciones
el mundo que gira.
Hoy de nuevo
caen hojas.
Ya no es igual
tú ya no estás
sobre este suelo.
Te has ido.
Hoy de nuevo
cae el sol.
Ya no es igual
tú ya no estás
en este día.
Te has ido.
Siempre igual
siempre nuevo.
Desde el principio
el mismo sol
la misma tierra
los que nacen y mueren
dejan su huella.
Nunca nada
es lo mismo.
A todos los que se han
ido.
Victorina Rivera Rúa
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