Fin de año, momento
de fiestas, de alegría. Alegría de un año que termina con un sinnúmero de
actividades, de logros, de expectativas (algunas cumplidas, otras por cumplir),
de encuentros y desencuentros, de momentos duros ya atravesados, de crecimiento,
de tiempos compartidos y en soledad, de esfuerzos, de no descanso, de
equivocaciones y aprendizajes y cuántas, cuántas cosas más.
Y pienso en estas
fechas y su acontecer conforme avanza el reloj de la vida:
Las fiestas en la
infancia, tiempos de alegría despreocupada, con la única preocupación por los
regalos que se recibirán (quizás hoy, para algunos, la infancia esté atravesada
por la preocupación de dónde se pasarán las fiestas, en casa de mamá o de papá,
tal vez sometidos al arbitrio de algún juez de familia; o quizás no, no lo se).
Más tarde la
adolescencia y primera juventud, momentos de aburrimiento en la reunión, con la
expectativa puesta en la salida con los amigos y pares.
Las fiestas al
formar pareja y la definición equitativa de dónde se celebrarán para poder
compartir con los tuyos y los míos. Con la llegada de la descendencia, la
alegría renovada en caritas nuevas, expectantes por regalos a recibir.
Y entre fiesta y
fiesta, el tiempo transcurrido . . . un año tras otro, y luego otro más . . . y así
muchos años.
Y allí la nostalgia
por esos que ya no están, eso quiénes nos dieron la posibilidad de estar hoy
acá. Sus ausencias pobladas de nuevos rostros, nuevas expresiones donde se
percibe algún que otro gesto que los enlaza con ellos, sus raíces.
Las fiestas son
alegría, pero a partir de cierto momento de la vida, también son nostalgia, son
ausencias, espacios vacíos . . . tristeza.
Hoy abro una raja y
me cuelo por ella para compartir esta alegría con mis abuelos, con mi
padre .
. . me uno en silencio con sus silencios, desando
el tiempo y me interno en la paz del mundo de los que ya no vemos, pero están.
Y con lágrimas en mis ojos los abrazo y les agradezco todo lo que fueron, todo
lo que son . .
. y vuelvo aquí .
. . callada y reposada, a compartir la alegría de
estas fiestas.
Victorina
Diciembre 2014
Sin palabras
Hoy
quiero hacer silencio
acallar
tanto ruido
sosegar
la mente, el alma
enmudecer
las palabras…
Sumergirme
en lo íntimo.
Dejar
que el tiempo fluya
y
los sentimientos se expandan
hasta
salir por los poros
en
derredor todo invadan.
Que
esta noche festiva
de
regalos, de masas*
en
un instante se congele
se
abra una raja
y
por ella me cuele
los
busque, me vaya
a
compartir tanto afecto
que
en sus ausencias se acalla.
Regresar
a esta fiesta sin prisa, sin palabras, del alma.
*masas: fiesta global, de mucha gente.
Las fiestas de Navidad, de fin de año, con su ruido intentan callar lo
que para muchos es grito del alma, Dolor de ausencias, de pasados dichosos que
en estos momentos festivos invaden el alma. Fiesta extraña en que se mezclan el
misterio y lo superfluo y que confluyen en una noche de emociones encontradas.
Victorina
Rivera Rúa
23/12/2013
Fuente Imagen:
http://www.vitonica.com/dietas/preparate-para-recibir-las-fiestas-de-fin-de-ano-con-salud
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